El QUE NO VIVE PARA SERVIR NO SIRVE PARA VIVIR

El 3 de Octubre del corriente año su Santidad el Papa Francisco dio a conocer la Encíclica "Fratelli Tutti". Desde estas páginas queremos ir acercando al amigo lector una selección de algunos de sus párrafos con los comentarios pertinentes en los casos que corresponda. Lo hacemos de esta manera porque sabemos que no todos nuestros lectores dedican su valioso tiempo a la lectura de textos tan extensos como lo es una carta pastoral.
En esta oportunidad, compartimos con Uds. los párrafos en los que el Santo Padre dedica a la solidaridad del samaritano y a la conducta egoísta de los otros protagonistas de la parábola evangélica.
Y si elegimos como primera entrega estos párrafos no es por mera casualidad, sino muy por el contrario, para buscar analogías en el mundo que nos rodea y también en aquellas personas que han accedido a responsabilidades públicas tanto en el orden nacional, provincial ó municipal.
Muchos de ellos lejos de comportarse como viejos compañeros de lucha, han adoptado la conducta del sacerdote o del levita y, en algunos casos, la de los propios salteadores de caminos. A decir de un viejo criollo "son personas que pisaron una alfombra y se apunaron". Amigo lector, el nombre lo pone Ud.
Y ahora sin más trámite vamos a lo nuestro.
101.- Retomemos ahora aquella parábola del buen samaritano que todavía tiene mucho para proponernos. Había un hombre herido en el camino. Los personajes que pasaban a su lado no se concentraban en este llamado interior a volverse cercanos, sino en su función, en el lugar social que ellos ocupaban, en una profesión relevante de la sociedad. Se sentían importantes para la sociedad del momento y su urgencia era el rol que les tocaba cumplir; el hombre herido y abandonado en el camino era una molestia para ese proyecto, una interrupción, y a su vez era alguien que no cumplía función alguna. Era un nadie, no pertenecía a una agrupación que se considerara destacable, no tenía función alguna en la construcción de la historia, Mientras tanto, el samaritano generoso, se resistía a estas clasificaciones cerradas, aunque el mismo quedaba afuera de cualquiera de estas categorías, era sencillamente un extraño sin lugar propio en la sociedad. Así, libre de todo rótulo y estructura, fue capaz de interrumpir su viaje, de cambiar su proyecto, de estar disponible para abrirse a la sorpresa del hombre herido que lo necesitaba.
105.- El individualismo no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La mera suma de intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la humanidad. Ni siquiera puede preservarnos de tantos males que cada vez se vuelven más globales. Pero el individualismo radical es el virus más difícil de vencer. Engaña. Nos hace creer que todo consiste en dar rienda suelta a las propias ambiciones, como si acumulando ambiciones y seguridades individuales pudiéramos construir el bien común.
Espero les aproveche y al que le quepa el sayo que se lo ponga.
Ricardo Blanco